OPINIÓN
AGUSTÍ ALTISENT, doctor en Historia y monje de Poblet
La Biblia y la Creación

La Vanguardia - 03.45 horas - 03/11/2001
AGUSTÍ ALTISENT

La Biblia no es un libro, sino un vasto conjunto de libros, hasta el punto de que en la edad media, a veces, se la denominaba Biblioteca. Otro nombre que se le daba también es el de Historia. Así, el catálogo de los cuarenta y dos volúmenes que formaban la primitiva biblioteca de Poblet, del siglo XII, comienza diciendo: "En primer lugar, la Historia". Y si se menciona antes que ninguno es tanto por su importancia como porque la Biblia comienza por el principio de todo: la creación del mundo y del hombre, es decir, el inicio de la historia total, en su aspecto de historia sagrada, que Dios conduce.

Ahora bien, si la Biblia empieza con el origen del mundo y de la humanidad es, como he señalado, en tanto que ésa es, para los creyentes, la historia del universo y de los hombres en su destino divino. Y, puesto que somos como niños respecto de las cosas primeras, elementales, nos las explica más en forma de historieta -de tebeo- que de historia. Allí, la creación está dividida como en cuadritos, en "días", de modo que en cada uno se explica lo que hizo Dios. Nadie tiene que buscar en el Génesis la explicación del "big bang", las edades de la Tierra o el proceso de evolución de los seres. Para eso están los libros de ciencia. En la Biblia -palabra de Dios- se nos dice que todo lo ha hecho Dios de la nada, que la creación es buena y bella, y distinta de Dios, que está presente en su obra (eso, para el creyente, es ya saber muchísimo), pero no explica "cómo" lo ha hecho Dios.

Comienza la narración contándonos que Dios hizo la luz. Sin luz no se puede trabajar, como sabe un niño. Y así, primero Dios creó la luz y, sólo después, el Sol, la Luna y las estrellas. Hay otra cosa que no encuentran los científicos en sus estudios, pero que en el Génesis se da a entender, y es que el universo es un acontecimiento para el hombre, un don que le hace Dios. Así, todos los animales, cuando son presentados a Adán, se muestran inferiores a él y, por eso, Adán fue capaz de dar a cada uno su nombre, que, para los antiguos hebreos, era la prueba de la superioridad humana.

Pero el Génesis fue compilado tardíamente, y en él se escogieron, para conservarlas, las mejores formas de los diversos y antiquísimos relatos. Así, en un momento dado, se dice que la mujer es un derivado del varón (la costilla), aunque igual a él y, en otro, se dice simple y rotundamente que Dios, al crear al hombre "los creó varón y mujer", es decir, la igualdad es más evidente.

Por cierto que fue esta última la forma que citó Jesucristo al hablar del matrimonio.




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